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  • Los tiempos modernos fracasaron. La felicidad prometida por los creyentes de la razón, de la ciencia y del progreso, nunca llegó. No se trata, sin embargo, de condenarlos sino de constatar este fracaso. El humanismo moderno no tiene un paradigma pero sí un espíritu, un sueño: hacer la historia confiando sólo en las fuerzas humanas. No abolió la religiosidad, la secularizó. Mantuvo los mismos deseos y anhelos de la Edad Media, pero con envoltura humana: el hombre y la historia son el ser supremo, la sustancia divina. Así, polarizó el ideal religioso y el humanista. La nueva cultura debe romper con el hábito de oponer los contrarios: masculino- femenino, cielo-tierra, mal-bien. Ha de ser andrógina, abalórica, y permitirse todas las posibilidades de ser. (xsd:string)
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  • 1990 (xsd:gyear)
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  • 1990 (xsd:gyear)
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  • 10.22201/fcpys.2448492xe.1990.140.52172 ()
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  • 2448-492X ()
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  • Afuera los dioses sonreían: la lección de los tiempos modernos (xsd:string)
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  • Zeitschriftenartikel (xsd:string)
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  • In: Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, 36, 1990, 140, 99-103 (xsd:string)
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